A los nuestros. 1932. Este libro fue escrito en colaboración con Félix Villasur, un compañero del Colegio de la Inmaculada Concepción. Se trata de la producción poética de un adolescente, influido por sus variadas lecturas, pero que preanuncia muchos de los temas que aparecerán en obras posteriores.
Amargas. 1943. En su primera edición el título era Amargas camperas, obra prologada con tintes premonitorios por Horacio Caillet Bois, donde aparece ya la marcada elección de lenguaje , paisaje y contexto social.
Yerbagüena, el mielero. 1947. Esta obra indica un avance muy importante en la trayectoria del escritor ya que lo posiciona en la escena literaria regional y nacional con las características que habrán de ser su sello indiscutible. Su personaje imaginario conlleva el amor al terruño y la indiscutida pertenencia al pago.
Esta obra mereció un importante comentario de parte de la BBC de Londres.
Chira Molina. 1952. Basado en la vida de Firmo Librado Molina, de existencia real, testimonia los hechos y situaciones vividas por este personaje. Su intrepidez y valentía se enfrentan con un orden social injusto.
Miquichises. 1972. Esta obra, punto culminante y cierre del ciclo criollo, reúne muchas de sus poesías más populares.
Summa Poetica. 1987. Dentro de un registro más universalista, con metafóricas amalgamas a veces un tanto crípticas, es la obra de sus “otros versos”, escritos contemporáneamente a las otras producciones, pero retenidos para su publicación.
Antologías: Cardos y estrellas. 1995 y De palo a pique 1965.
La rebelión del canto. Obras completas. 1987.
De palo a pique. 2016. Reedición.
Memorias de Chiflidito.
Serie Era un argentino.
Trilogía Tierra cantada: Canto al río historia. Canto al Paraná. Canto a San Martín.
QUERENCIA
Con la mesma áuja, compadre,
v’ ia ver si sigo hilvanando;
no soy cura pa’ ir rezando
la procesión de mis males,
pero hay algo en mis maizales
que siempre está mascollando.
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Guampa ande vuelco mis cantos,
timbozal de mis chicharras,
toda el alma ‘e mi guitarra,
pañuelito de mi llanto;
corazón por el que aguanto
el nido de mis boyeros,
ración de mis parejeros,
yerba de mis cimarrones,
pago, muriendo te quiero
pagar con mis bendiciones.
Sos en mi campo, esquinero,
y en mi rancho, los horcones.
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Querencia que sos el nido,
china, amigos, mamá buena,
lo que se extraña de lejos,
y no se aprecia de cerca.
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Hay que navegar la vida
y hay que aguantar mil tormentas
pa’ saber qué plata valen
puertos que dejó la ausencia.
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En otros toldos, a veces
uno en soledad conversa
recordando el fuego ‘el pago
y el tamaño de una rueda.
Con los ojos del querer
espiamos clara una huella,
una chacota, algún beso,
la voz que nos aconseja,
las vueltas que da un arroyo.
el fallo de una cuadrera,
los que de vicios se fueron,
los que tuavía cabrestean.
Nos preguntamos de adentro:
¿Vivirá el cumpa ‘e «La Estrella»?
¿Qué será de aquel cantor?
¿Se habrá caso la Gabriela?
¿Podrá tirar la viejita
guapeando hasta que yo vuelva?
Y pastoreamos de noche
tropas de malas y buenas
en la estancia del silencio
una crucecita negra.
Querencia: como esos perros
que en pago ajeno renguean,
y que arrastrándose ciegos
desde lejos te ventean;
como esos matungos flacos
que desensilla la pena
y se vienen al tranco
al chiflido ‘e cosas viejas,
mirando en los horizontes
morral que a ilusiones llenan;
como zorzal, que extrañando
al hallar la jaula abierta
un buen día le pone ala
p’al monte donde naciera;
así vuelvo pa’ mi rancho
ciego y rengo por la senda,
viejo y con nube en los ojos
de tanto que miré penas;
así vengo, dolorido,
llagao por grillos y rejas,
encanecido, sin plata,
ramaliao, gallo sin cresta,
buscando mis dormideros
sobre la noche ‘e mis huellas,
volando bajo, cansao,
toreando al ver mis taperas,
dando el último galope
con el resuello que queda,
pa’ cáir muerto, rienda en mano,
pero en tus canchas… querencia.
¡Apagá la luz, bolicho,
donde la luz se encendiera!
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OPINANDO
Yo estoy soñando despierto
con cristianos que pasaron.
Unos van aguas arriba
y otros van aguas abajo;
uno se cansa ‘e pelear
con marejada y remansos
y otro se entrega mansito
al agua que va de paso.
Unos le ponen el pecho,
tajamar del hombre macho,
al río más encrespado
y lo pelean a brazo.
Otros, hijos en la vida
de camalote y cristiano,
se van como el embalsado
boyando de aguas abajo.
Unos braman de coraje,
la corriente repechando,
otros cantan la aliviada
sin saber que van marchando.
Unos son como el raigón
que le hace frente a remanso,
y otros de sobra y de miedo
empujaos van navegando.
Cada creciente en la vida
tiene de estos dos cristianos,
del que se empaca y aguanta,
del que se entrega y es blando;
del que está solo y es fuerte
del que en tropa va balando,
del que se cimbra de rabia
y en su punta asienta pájaros,
del que arrastra disfrazado
monos, víboras y sapos.
El fuerte se cuadra y triunfa
aunque áura esté pobre y cáido;
el flojo recula, cumpa,
por más que engañe marchando…
Cuestiones de hombre-raíz la vida
o de un embalsao-cristiano.
Cuestiones de aguas arriba
cuestiones de aguas abajo…
¡Déme de rabia el porrón
p’hacerlo cimbrar de un taco!
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CUANDO LLEGUES
Cuando tú me visites
no podrás apresarme,
habitaré la estancia azul del canto
que levantó mi sangre.
He de estar en los ojos de los hijos,
en el azogue del nietito frágil,
en el río querido
nombrado tantas veces y rimado
y en el zorzal con mi recuerdo al aire.
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De la luz a la sombra;
por la sombra a la luz… o hacia la nada
nada habrá de importante.
Me iré con el zurrón de la simiente
a cualquier parte,
porque soy sembrador de verso y canto
y eso es lo importante.
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Rígido, frío y ambarino
habrás de encontrarme,
y no hallarán mi soplo en la urna fría
y vieja de mi carne…
Ah… préstale atención en el momento
si es que tú escuchas el cantar de ave…
A lo mejor me canta y se te burla
carroñera cobarde…
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SER COMO EL ARBOL
Ser como el árbol, brazo
de gigante hacia el cielo,
buscando abajo nutritiva arteria;
mano estirada a la primicia
de luz, de la alta estrella,
la fuente de la vida,
esperanza y belleza.
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Ser como el árbol quiero, y como el árbol
concretar el ideal de la existencia:
flores, frutas y sombras al romero,
y para trino y ave, mano abierta.
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Un manto de esmeralda cubrirá su ramaje,
y lleno de tibieza
me poblaré de nidos y de acentos
– columna melodiosa entre la selva-;
proclama al sol el trino dedicado,
por la noche, bengalas de luciérnagas,
buscando siempre el cauce de la vida,
al viento su lenguaje de banderas,
reproduciendo en la agonía
la eterna primavera.
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Si carcomido y viejo,
me quedará una grieta
donde dejen su carga de oro y mieles
mis líricas hermanas las abejas.
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Derrumbadas mis ramas
han de cantar en ellas
calandrias y boyeros
que en mi agonía colgarán sus tiendas.
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Tendré un responso en el ocaso
con mensajes de luz en la tiniebla.
He de dar flores en mi propia tumba
mientras me llore un pájaro en la selva.
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Ser como el árbol: útil en la muerte
y cumpliendo alto fin sobre la tierra.
Para el ángel que muera, cuando caiga
que labren un cajón con mi madera.
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De su ramaje altivo y solitario,
de lo que quede, cuando ya no sea,
que enciendan fuego y con el humo envíen
un mensaje de luz a las estrellas.
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¿QUIERES SABER?
¿Quieres saber lo que es madre?
Hombre, nunca lo sabrás.
Recién cuando ella te falte
y te pongas a llorar,
tal vez tus lágrimas, hombre
mejor te responderán.
Cuando te ahogue el sollozo
sin poder decir… mamá…
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Miró mi madre el profundo
y oscuro pozo de mi alma.
No sé lo que vio mi madre
que sin consuelo lloraba.
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Ante junta de hombres sabios
revisando joya impar,
el niño dice: señores
es bueno que lo sepáis,
ha venido de una mina
que en el corazón está;
temblando junté las palmas
para poderla apresar.
La lágrima de una madre
tiembla y brilla sin cesar.
Todo ser que viene al mundo
con ella se amparará.
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Cuando una voz por lo bajo
me dijo: ya está dormida,
de golpe torné a ser niño
y ante el perdido cariño
cayó mi frente vencida.
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Goteaba llanto de bronce
el doble de la campana,
y pensé: debe haber cielo
porque ¿dónde, al alzar el vuelo
partirás, oh madre santa?
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Mira madre: si me sientes
házmelo saber en sueños.
Tú joven y yo pequeño,
tú con tu canción de cuna
yo con la enorme fortuna
de mi tesoro hogareño…
¡Oh realidad de mi sueño!…
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¡Adiós, oh madre dormida!
Por tí flor y canción bella,
estrella para la estrella
que en el cielo está encendida…
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Amigo, tú que la tienes
quiérela como de niño
y haz, con oro de cariño
corona para sus sienes.
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Esté en el cielo encendida
o esté en la tierra alumbrando,
nada hay mejor en la vida
que nuestra madre querida
siempre sufriendo y amando.
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MAETRO SANTOS SEGOVIA, MI MAESTRO CARPINTERO
Maestro Santos Segovia:
Capitán de la madera,
rinconero marca sol,
ñamdubay de más de ochenta.
Se me enfiestaron los ojos
cuando lo vi en la querencia
y me vide gurisito, todito azul
con mis priendas.
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Garlopa a cabeza gacha
viruteando sin quererla,
con uno ojo pa' Don Santos,
con otro ojo pa' la puerta.
Y usté me caía de golpe
los ojos hechos tormenta
_¡Se me pasó! ¡Pero mi amigo!
¡Debiera darle verguenza!
¡No se fija ni en la línea
del gramil, en la madera!
Los otros han hecho el banco
y usté ni paró una regla...
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Maestro Santos Segovia:
no tengo alma carpintera.
A mí me tiraba el río,
y esa extraña y triste ausencia:
no estar donde está mi cuerpo,
sino por ahí en la senda.
A mí me tiraba el río,
las callecitas de tierra,
los vidriecitos del pájaro,
los cortes de la cometa;
el robar balas del Tiro
y el ondiar a media siesta.
Zambullirme encuadrillao
en la laguna 'e leyenda
aunque tres o cuatro veces
panzon me sacaron d' ella.
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¡Que lástima Maestro Santos
que mis gurisas no tengan
ni un banquito que su padre
les dejara por herencia!
¡Pero qué quiere, Don Santos!
Esa es mi ley en la guella:
andar dormido y cantando
como en su banco lo hiciera.
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Marque maestro de nuevo,
deme garlopa y estrella
y le via llenar las manos
de luces en sus ochenta.
Maestro Santos Segovia,
jui chambón pa la madera
pero registrando encuentro
su recuerdo en la querencia.
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Tome este verso, Don Santos,
y perdóneme otra guelta
ya que mi viejita linda
se me hizo sombra en la senda.
Ya no saldrá de su boca
¡Bandido! ni ¡Sinverguenza!
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Maestro Santos Segovia:
gracias por tanta paciencia.
Rinconero marca sol,
Capitán de la madera,
con este versito 'e pobre
arréglese como pueda
y no le cuente a mi madre
que no he cuadrao ni una regla
porque de tanto quererme
va' llorar desde una estrella.